El efecto Bullwhip en la naranja


El conocido como efecto látigo o Bullwhip, es uno de los mayores generadores de inestabilidad en la cadena de suministro, la falta de comunicación e información entre los diferentes actores de la cadena acentúa el problema.

Uno de los sectores más castigados por este fenómeno es el de las materias primas y la agricultura donde son frecuentes las altas variaciones en las cotizaciones de las mismas debido a las grandes disparidades entre la oferta y la demanda.

De la misma manera que una mina puede tardar varios años desde que se obtiene la concesión hasta ésta que comienza a operar, pueden tardar varios años desde que se planta un árbol, en este caso naranjo, hasta que éste comienza a producir sus frutos. En el caso de un naranjo este tiempo suele ser de 3 a 5 años dependiendo de la calidad de la tierra, el pie tolerante y la calidad de los cuidados.

Pero, al contrario que en otros sectores, la producción en la agricultura no es constante, las plagas, las condiciones climáticas y otros muchos factores pueden también variar la oferta de naranja y, por lo tanto, los precios.

Por lo tanto, por el lado de la oferta tenemos unos productores que tardan entre 3 y 5 años en comenzar a adaptarse a la demanda y, que además, pueden sufrir desviaciones de producción.

Sin embargo, la demanda resulta bastante distinta. Resulta ser bastante estable en el tiempo y apenas experimenta variaciones.

El resultado de estas variaciones, puede experimentarse tanto en la prensa como en los precios y este año es un claro ejemplo de ello.

Por el lado de la prensa nos encontramos con noticias a día de hoy sobre la caída de los precios por culpa de la naranja de Sudáfrica, quejas de agricultores que no cubren gastos y las diferencias en precio entre el campo y el supermercado.

Ejemplos:

https://elpais.com/economia/2018/12/28/actualidad/1546024261_667001.html

https://www.lavanguardia.com/local/valencia/20190102/453838608274/naranjas-valencianas-sin-recoger-perdidas-caida-precios-acuerdo-sudafrica.html

Sin embargo, el discurso de hace un año era bien distinto, parecía que la naranja de valencia era tenía el viento de cara y que incluso resultaba ser un buen negocio.

Ejemplos:

https://www.freshplaza.es/article/115432/La-demanda-de-c%C3%83%C2%ADtricos-tipo-Valencia-es-mucho-mayor-que-antes/

http://valenciafruits.com/los-precios-en-origen-de-los-citricos-siguen-una-linea-alcista/

¿A qué se debe todo esto? Seguramente hay quien asegurará que la única diferencia son las importaciones de Sudáfrica, pero, ¿seguro que la culpa es de Sudáfrica? Por su puesto que la importación en Europa de naranja del continente africano puede tener cierta influencia en los precios, pero seamos justos y no les señalemos como único culpable.

El acuerdo con Sudáfrica por el que se suprimen los aranceles a la exportación de la naranja pasa desde el 15 de octubre hasta el 30 de noviembre es de 2016 y por lo tanto, en 2017 también existía la competencia.

Las caídas en los precios con el punto de mira únicamente en el año en curso pueden dar una idea errónea sobre la situación actual. Los precios de la mandarina de tipo clemenules en la campañas 2014-2015, 2016-2017 y 2017-2018 fueron superiores a lo común y si nos remontamos a la campaña 2012-2013 se puede observar que los precios eran muy similares a los actuales. De modo que el ciclo de 3 a 5 años que puede deducirse del tiempo de crecimiento de un árbol parece, en cierta medida, cumplirse para este caso.

Este año, además la producción se ha visto favorecida por unas condiciones climáticas bastante favorables.

La producción de naranja según la Unión Europea aumentó en un 10,4% en 2018.

Este año, por lo tanto, se han juntado tres factores en la oferta que han bajado los precios: Incremento de competencia por el favorecimiento del libre comercio, aumento de la oferta por el punto del ciclo de producción actual y unas condiciones meteorológicas muy favorables para la producción.

Sin embargo, este fenómeno de ciclicidad no es tan fácil de analizar como mirar un gráfico de la evolución de los precios de la naranja, de la mandarina o del zumo de naranja. Si bien es cierto que se puede ver una elevada variación en los precios en todos ellos propio del efecto Bullwhip, no se puede observar con claridad el efecto del ciclo de producción en un intervalo temporal claro, normalmente son datos agregados de distintas variedades con características distintas que pueden llevar a que una determinada variedad tenga un precio que no cubra los costes y otra los cubra cuatro veces. Además la especulación en futuros puede generar distorsiones en el precio.

¿Qué puede hacer el agricultor para adaptarse y amortiguar estas variaciones?

Al contrario de lo que común en el sector industrial, el aumento de información a lo largo de la cadena de suministro no es tan relevante (aunque si es conveniente). Como ya hemos visto, realizar cambios en los niveles de producción no es tarea fácil y la demanda es en cierta medida predecible por la escasa variación en los hábitos de consumo.

Por lo tanto, el conocimiento del ciclo de producción puede ser una potente herramienta y un valor diferencial del agricultor que debe actuar en consecuencia. El agricultor promedio tiende a aumentar la superficie cultivada con el aumento de los precios, y, para cuando estas nuevas superficies alcanzan su nivel de rendimiento óptimo, llegan de nuevo las bajadas de los precios. Un agricultor perspicaz y con el conocimiento de los precios aumentará la superficie cultivada cuando el resto las disminuya, aprovechándose de este modo, de precios bajos para aumentar la superficie y de precios altos cuando ésta alcance su pleno rendimiento (o mejor, aún comprar tierra en producción).

Deja un comentario