El incierto futuro de los pueblos europeos


A raíz de que un amigo de la infancia ha creado junto a sus compañeros una ONG para el desarrollo sostenible de las zonas rurales españolas, y de una pequeña escapada que realicé en el pasado período vacacional (respetando siempre las medidas del COVID-19), no he podido parar de plantearme el complejo estado actual de estos sitios, donde contadas empresas intentan crecer luchando contra unas desgastadas infraestructuras, unos servicios de muy baja calidad y una reducida oferta de mano de obra.

Este problema ya lleva mucho tiempo en boca de la sociedad, sin embargo, se ven pocas iniciativas que realmente tengan impacto real en frenar el creciente problema de la despoblación de las zonas interiores de los países europeos. A través de la Red Europea para el Desarrollo Rural, los distintos gobiernos estatales tratan de crear planes orientados hacia el desarrollo de zonas rurales inteligentes y competitivas, sin abandonar la ecologización de estos territorios, cuyo riesgo de pérdidas en cuanto a patrimonio natural suele ser mucho mayor que el de cualquier ciudad. El más reciente de estos planes es el denominado Smart Rural 21 que intenta descubrir todo tipo de iniciativas que ayuden a mejorar estas condiciones, para que mayor población y empresas puedan emplazarse en estos lugares y fomentar así su desarrollo.

Sin embargo, ¿qué creéis que pasará si la calidad de los servicios mejora y aumenta la población, pero no hay un desarrollo de las infraestructuras que acompañe este crecimiento? ¿Es posible que nos estemos condenando a un futuro de graves problemas logísticos, ligados a la inaccesibilidad de estas zonas, por la falta de soluciones específicas para las complejas situaciones en las que se encuentran algunas de estas regiones?

Por si alguien quiere indagar más sobre los planes de desarrollo a escala nacional, puede ver este documento o la web de la Red Rural Nacional.

César Calabuig Llamas

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