La logística de las personas


Uno de los actuales problemas que debe de afrontar el gobierno es cómo sostener el sector turístico con una movilidad de personas casi nula. Las medidas de confinamiento, el cierre de fronteras e incluso la incertidumbre sobre cuándo se reiniciará la libre circulación entre provincias, ha provocado una caída casi absoluta sobre el turismo, debido a la imposibilidad de movimientos.

La desescalada que se plantea desde el gobierno no garantiza el retorno del turismo, debido a una serie de cuestiones:

  • En los lugares donde existe reapertura de hoteles, no existen clientes. Es el caso actual de las Islas Canarias, donde ya se inició la fase 1. El cierre de los aeropuertos y de las fronteras no permiten la llegada de turistas a las islas, que son los principales consumidores de este sector servicios, por lo que no existe una recuperación económica suficiente para que la hostelería y restauración se plantee la reapertura.
  • En el caso de que el Estado permitiera los vuelos (nacionales e internacionales) y el cruce de fronteras con otros países, actualmente el 72% de los destinos turísticos del mundo se encuentran cerrados, y la mayoría de países no recomiendan a sus ciudadanos viajar en los próximos meses al extranjero. Dado que España es un país receptor de turismo, esto provocará una recaída en el sector, ya que los turistas nacionales no podrán cubrir las pérdidas.
  • Tampoco es seguro que se desarrolle un turismo nacional, mas allá de los viajes a segundas viviendas o al pueblo, típicos del verano. La crisis económica derivada de esta situación ha puesto ha muchas familias en apuros económicos, de manera que muchas de ellas prescindirán de realizar viajes que no tuvieran ya pagados.
  • Una vez el turista ha llegado a su destino, ¿cómo va a garantizarse su seguridad? Es necesario aplicar medidas de control a todos los destinos turísticos, de manera que se pueda garantizar la seguridad de las personas. Se debe de generar por tanto un «turismo seguro».

A parte de estas circunstancias, no hay que olvidar un factor clave: el método de transporte. Hasta que no se instales las medidas de seguridad necesarias en trenes, aviones y autobuses, la población se mostrará reticente de viajar. Medios de transporte como el blablacar quedarán aparcados hasta que nos encontremos en una situación más segura, por lo que la falta de medios de viaje económicos limitará también la movilidad de los jóvenes.

Mascarillas: ¿las compras o las haces?


Actualmente existe cierta histeria colectiva por hacerse con una mascarilla para defenderse frente al Covid19. ¿Pero cuanto puede llegar a costar una mascarilla? Actualmente, una vez se han reabastecido mínimamente las farmacias y al sistema sanitario, una mascarilla quirúrgica puede valer entre 50 céntimos y 1 euro de media.

El problema viene cuando resulta que esa mascarilla no debes de llevarla más de 4 horas, por lo que cualquier persona que realice una jornada laboral de 8 horas fuera de su domicilio, al sumar los desplazamientos, deberá de utilizar al menos 3 mascarillas diarias. Esto se traduce en un uso semanal mínimo de 25 mascarillas, sin contabilizar la hora de salir a pasear o el ir a hacer la compra, lo cual supone un gasto semanal por cada miembro de la unidad familiar a tener en cuenta.

En esta situación, se plantea la siguiente pregunta: ¿no sería mejor para el bolsillo y el medioambiente hacernos mascarillas de tela?

Sí y no. Las mascarillas de tela que cualquiera se puede hacer en su casa a partir de tutoriales o de las propias especificaciones del gobierno no protegen tanto como la mascarilla quirúrgica frente al Covid19, e impiden menos la propagación del virus. También es cierto que si en lugar de hacerlas con una capa de tela, se confeccionan con 3 o 4, la protección será mayor.

A demás, tienen las ventajas sobre las quirúrgicas de ser reutilizables (lo cual supone un gran ahorro tanto económico como de materiales que después se desechan) y personalizadas (desde un punto de vista psicológico, resultan más divertidas/menos deprimentes dado que se pueden combinar con la ropa, y pueden resultar más atractivas a los niños al ser de sus personajes favoritos). Este último punto me parece algo importante debido a que esta situación es probable que se alargue en el tiempo, y no todo el mundo será capaz de afrontarla de la misma manera.

Por todo esto, considero importante que nos planteemos si no es mejor dejar las mascarillas quirúrgicas a quienes realmente las necesitan (como pueden ser los sanitarios) y promover que la población que no presente síntomas y no se considere grupo de riesgo haga sus propias mascarillas reutilizables o bien las adquiera. De esta manera, el impacto medioambiental será mucho menor a si todos utilizamos mascarillas desechables, el coste económico para las familias disminuirá y no habrá escasez de material sanitarios para aquellos que realmente lo necesitan.

La fallida mejora de procesos


En la consulta de trauma se realizan infiltraciones de plasma rico en plaquetas. Para llevar a cabo este proceso, se requieren los siguientes materiales:

  • Una ampolla de activador.
  • Una ampolla de anticoagulante.
  • Un kit que contiene:
    • El de 20ml: conectores, palomita, un bote de 20ml, una jeringa de 20ml donde se junta la sangre (18ml) y el anticoagulante (2ml) para pasarlo al bote, una jeringuilla de 1ml donde se pone el activador, una jeringa de 5ml para el PRP (plasma rico en plaquetas) y una de 10ml para el PPP (plasma pobre en plaquetas).
    • El de 50ml: conectores, palomita, un bote de 50ml, una jeringa de 50ml donde se junta la sangre (45ml) y el anticoagulante (5ml) para pasarlo al bote, una jeringuilla de 1ml donde se pone el activador, una jeringa de 10ml para el PRP y una de 20ml para el PPP.

Inicialmente, los materiales se servían de la siguiente manera:

  1. Se solicitaba a nombre de cada paciente el kit que necesitaba.
  2. Dado que las ampollar se distribuían en cajas de 5uds, se demandaban tantas ampollas de anticoagulante y activador como kits, en múltiplos de 5.
  3. Todos los kits y las cajas de ampollas llegaban a consulta en una única caja grande.

En un momento determinado, se modificó el sistema de envío de estos materiales al cambiar la parte del almacén encargada de servirlo. Con el nuevo sistema, el proceso era el siguiente:

  1. Se solicitaba a nombre de cada paciente el kit que necesitaba.
  2. En almacén, se preparaba una caja de envío para cada paciente incluyendo todos los materiales que se precisan para realizar la infiltración del PRP. Se abrían las cajas de 5uds de ampollas de los 2 modelos, se colocaba cada ampolla en una bolsa zip que se etiquetaba para saber de qué modelo de ampolla se trata, y se colocaba una unidad de cada en la caja junto al kit.
  3. A consulta llegaba una caja por paciente, siendo las cajas las que se encontraban en ese momento por almacén.

Al no ser cajas homogéneas, se dificulta la posibilidad de apilarlas en consulta. El número de materiales utilizados en la preparación y envío de los pedidos a consulta resultó ser significativamente superior, originando escenas como la que se ilustra aquí.

Deshacer las cajas de ampollas, etiquetarlas y embolsarlas no solo suponían un mayor coste de materiales y posteriores deshechos, sino que además requerían mas tiempo del personal de almacén. Tras comentar esta situación desde la consulta con el almacén, se retornó a la forma de trabajo anterior, dado que resultaba más eficaz, barata y menos contaminante.

¿Quien paga las devoluciones?


Hoy en día, casi todas las grandes superficies tienen políticas de devolución cara a sus clientes, de manera que, si no estás conforme con el producto en un plazo determinado, puedes devolverlo fácilmente con llevar el ticket y el embalaje original, a pesar de no estar obligados por ley. Estas políticas favorecen a los clientes, pero ¿quién paga el precio de esas devoluciones?

Estos mayoristas suelen tener contratos con sus proveedores donde se estipula que estos deberán de responsabilizarse tanto el sobrante de las campañas como los productos defectuosos. De esta forma, cuando devolvemos un producto defectuoso a una gran superficie, ésta nos devuelve el dinero (en efectivo o cupón), y pasa la factura de la unidad defectuosa a su proveedor, quien debe de retornar el dinero de ese producto a su cliente.

Cuando finalizan las campañas, como puede ser la de navidad, los proveedores deben de encargarse de ir a los centros a retirar la mercancía sobrante, y deben de devolver a la plataforma el importe que recibieron por esa mercancía. Así, esa mercancía recibe un coste de transporte tanto de envío como de recogida, pero no aporta ningún beneficio para la empresa. También deberán de imputársele los costes de manipulación una vez llegue al almacén, donde puede darse la situación de que el embalaje del producto de haya dañado en algún punto del trayecto.

Estas recogidas de mercancía pueden llegar a ser una odisea para las empresas. Grabar una recogida no implica que el transportista vaya al centro, que el bulto esté bien identificado y que esa mercancía se recoja. Se puede dar la situación de que la recogida se grabe durante días, semanas e incluso meses sin que nunca se recuperen esas unidades, hasta llegar al punto donde resulta más sencillo mandar a destruir las unidades en el centro que seguir intentando retirarlas.

Debido a estas situaciones, las devoluciones pueden llegar a suponer un gran coste para algunas empresas. Esta situación tan solo empeora cuando se devuelve íntegramente un pedido al finalizar la campaña, y la empresa había pagado el envío urgente de esas unidades para que llegaran antes de finalizar la campaña, como ocurrió en la empresa donde trabajaba en alguna ocasión.

Transportando aire


Una mala previsión de ventas puede conllevar una mala planificación de compras. De esta manera, se puede incurrir en acumulación de producto o en roturas de stock. La rotura de stock, cuando hay un gran número de pedidos en firme, puede provocar que la empresa haga cualquier cosa por aprovisionarse de ese producto para no perder la venta y quedar mal con el cliente. Esta situación era habitual en mi anterior empresa, y la solución no era la que yo consideraría idónea.

Pongamos el siguiente supuesto basado en una experiencia real:

Una empresa cuyos productos estrella son los juguetes, rompe stock de un balón de fútbol a finales de diciembre, teniendo pedidos en firme para más de 2.000uds. La solución que se aporta, debido a que es imposible dar una orden de fabricación a china y que las unidades lleguen antes de Reyes, es la siguiente: comprar 2.400uds a sus socios de EEUU y pedir que vengan por envío urgente desde Los Ángeles.

Estamos hablando de transportas balones de fútbol hinchados y cuyo packaging consiste en cajas cuadradas etiquetadas en inglés. Esto supone que se va a pagar un envío urgente aéreo de un producto que en su mayor parte es aire, y que puede suponer un coste perfectamente de 3000€ o más.

Una vez el contenedor llega a España, se debe de transportar al almacén de la empresa, donde se deberán de imprimir fajas o etiquetas en español que cubran las americanas y colocar instrucciones en español en el interior de la caja. La manipulación de estos productos, incluyendo el diseño e impresión de los añadidos, es de unos 5cent./pegatina y 10cent./instrucciones o faja.

Posteriormente, se envían las unidades a los clientes catalogados como preferentes, ya que los pedidos han ascendido hasta las 3.000uds aproximadamente y no se puede servir a todos. Esto se traduce en que las unidades llegan a las tiendas con el tiempo justo para exponerse, apenas unos días antes del día de Reyes. Una gran parte no llega a venderse, por lo que se incurre a las pocas semanas en una devolución por parte de cada una de las tiendas donde se había enviado la mercancía urgente.

Finalmente, la mercancía regresa al almacén de la empresa, quien ha incurrido en unos sobrecostes para conseguir unas unidades que no se han vendido y, por tanto, la operación finaliza en pérdidas.

Amazon y las Pymes


Hoy en día queda poca gente que no conozca Amazon, el gigante de ventas de internet. En 2019 casi 350 pymes españolas superaron el millón de dólares (900.000 euros) en ventas en Amazon y 1.000 sobrepasaron los 500.000 dólares, un 30% más que en 2018. También, por primera vez, más de 6.000 pymes españolas superaron los 100.000 dólares de ventas en la plataforma el mismo año.

Vista general del centro logístico de Amazon en San Fernando de Henares, en Madrid.

De esta forma, no es de extrañar que existan numerosas pymes que están encantadas con la gestión de Amazon de sus productos, a pesar de que la comisión que cobra por esta gestión ronda entre el 15% y el 20% de las ventas. Amazon asegura que invirtió 15.000 millones de dólares en 2019 en herramientas y servicios para ayudar a los vendedores externos.

Pero no todas las pymes están conformes con esta gestión. Esto se debe a que para poder vender tus productos en Amazon debes de registrar la información fiscal de la empresa y facilitar tres facturas de tus proveedores. Necesitas cargar el catálogo de productos en su plataforma registrando las especificaciones técnicas de cada uno de los productos que desees vender desde su almacén.

De esta manera, Amazon accede a toda la información sobre tus proveedores, tus productos y tus ventas. Esto permite que, si la pyme tiene un producto que es éxito en ventas, Amazon tiene la capacidad de copiarlo, bloquear la entrada de tu producto a sus almacenes alegando algún fallo burocrático, y colocar su producto por encima en el buscador y a un precio más bajo aprovechando tu rotura de stock. Así, Amazon se queda con las ventas del producto que ha diseñado la pyme, quien no tiene mas remedio que llevan a la empresa a juicio o asumir que ha perdido ese producto.

Estas situaciones en una empresa pequeña que solo tiene un par de productos que generan beneficio no se puede asumir, de manera que lo mejor que puede hacer es retirarse de la plataforma para no registrar más productos, hacer acopio de pruebas de que se ha sucedido un robo de propiedad intelectual y denunciarles. Esta situación se dio varias veces en una empresa donde estuve trabajando, y llegaron a llevar a Amazon a juicio, pero no dejaron de trabajar con ellos a pesar de que les siguieron copiando los productos nuevos y las ventas que conseguían eran ínfimas.